viernes, 30 de abril de 2010

Podemos ser héroes sólo por una noche



Cuando hablamos de héroes, nos vienen a la mente los estereotipos del ser que realiza una gran azaña de bien para derrotar a un mal que puede acabar con la colectividad. Todos hemos soñado alguna vez, quien más quien menos, en encontrarse algún día en una aventura así para rescatar a una dama en apuros o para derrotar a un mal casi divino.

Enlazando un poco con la anterior entrada, todos los que hemos jugado alguna vez a The Legend of Zelda hemos soñado con luchar contra malvados monstruos con nuestra espada maestra y rescatar a la princesa de las garras del malvado Ganon. O meternos en una investigación para evitar la destrucción del mundo con los cachivaches más sorprendentes y un reluciente esmoquin como James Bond. O reencontrar nuestra historia descubriendo tesoros perdidos, como el Arca de la Alianza, en recónditos lugares a lo Indiana Jones. Pero que no os engañen, en la vida real también existen esos héroes. Pero son escasos

Hay otros héroes, sin embargo, cuya leyenda no perdura y se pierde en la historia. Quizás porque no realizó un acto por el bien colectivo, quizás porque nunca blandieron un arma para luchar contra un mal supremo. Su leyenda se desvanece junto con sus recuerdos, y nadie conoce su historia. Pero existen. Y son aquellos que reciben una estampida tras otra y resisten para conseguir un objetivo -no necesariamente una reliquia de la historia- o para ayudar a alguien en apuros -no necesariamente una princesa- soportando su propio dolor. Aquellos que ponen toda la carne en el asador para mejorar como personas día a día, soportando las flechas que la gente le tire para conseguir liberarse de sus temores y sus errores.

Héroe es aquel cuya vida no es un camino de rosas: nunca podrá viajar por todo el planeta por no disponer de recursos, y salir a una gran aventura es esclavizarse en un trabajo de 10 horas diarias; y que sin embargo, consigue tirar adelante su vida y la de su familia. Es aquel que abre su corazón a quien cree que lo merece, exponiendo sus mayores puntos débiles y arriesgándose a ser herido mortalmente (en sentido metafórico), pero tiene el valor y el coraje de hacerlo. Aquel que se enfrenta a las adversidades de la vida levantándose cada vez que cae, sin importar cuántas veces ni con qué frecuencia cae.

Héroe es también el denominado artísticamente anti-héroe, el que lucha por una causa personal y no por un bien común, y dará los pasos que sean necesarios para conseguir su objetivo. Pero anti-héroes también es el que daña a la gente sin darse cuenta, sin proponérselo y sin quererlo, para lograr un objetivo. Porque de héroes es darse cuenta que a menudo la mente y el corazón se ofuscan en su afán de lograr lo deseado, e intentar paliar el daño causado sin intención.

Porque todos alguna vez hemos sido unos héroes, aunque estuviéramos sentados en la silla delante del ordenador. Un homenaje para todos en unos días como estos donde uno no está seguro si ser un héroe compensa el daño que recibe:


Did you ever know that you're my hero,
and everything I would like to be?
I can fly higher than an eagle,
'cause you are the wind beneath my wings.

sábado, 24 de abril de 2010

Trifuerzas pajariles


Siempre que hay un gran cambio en mi vida, una ruptura temporal entre un estado y el siguiente, hago un reencuentro con el pasado para reencontrarme a mí mismo.

Donde mejor me puedo apoyar en cualquier momento es en la fantasía, la imaginación y la creatividad.  Estas tres características son compartidas por un ámbito que desde siempre ha estado a mi lado: los videojuegos. Recuerdo que cuando tenia 8 años me regalaron mi primera consola de videojuegos. No era la más potente del mercado ni tenía los mejores gráficos, pero era la que quería. Con ella descubrí dos apasionantes juegos que crearían un eco en mi alma, que hasta ahora ha resonado.

En 1999 llegó a esta mi humilde morada un juego que cambió mi vida. Era una época difícil en la que la vida no era precisamente un camino de rosas, y más bien era un negro nubarrón sin visibilidad de ningún tipo de futuro. The Legend of Zelda: Ocarina of Time se convirtió en un pilar para mantener mi cordura y la esperanza de una vida mejor.

Ocarina of Time no es más que un copia-pega de historias ya creadas, ninguna mente lumbrera inventó nada. Sin embargo, la combinación de estas historias con los personajes del universo Zelda me caló. El juego tiene una magia indescriptible, unas ansias de embarcarse en fantásticas aventuras y de conocer a gente que vale la pena. Porque lo reconozco, nunca he sido de tener amigos, y siempre soñé con tener una mejor amiga como Saria, un fiel animal como Epona y camaradas que estuvieran a mi lado ayudándome como los Sages.

Ahora es cuando más necesito esa dosis de fantasía y esperanza. O como les he ido diciendo a mis compañeros, que ahora son como Sages para mí, una dosis de Fuerza, Coraje y Sabiduría. No soy un héroe legendario, ni siquiera he hecho nada en mi vida que merezca ser recordado eternamente, pero nunca he sido tan malo como para no merecer ahora un chute de Triforce.

Me voy, que tengo que ver a la Princesa. Creo que me requiere para conseguir las Piedras Espirituales para abrir la puerta del tiempo, coger el arma mágica y derrotar a la sombra del bosque.

What's your name? .... Ardi? Strange... it sounds somehow... familiar.